Como Zalabardo sabe que me gusta iniciar cada comentario con una pequeña introducción que de algún modo justifique a continuación la aparición del comentario del día, me dice, medio en serio, medio en broma, que hoy me costará elegir, puesto que hay al menos dos opciones entre las que decidir: por un lado está el dicho de que el mejor escribano echa un borrón; por el otro, aquella frase evangélica que invitaba a tirar la primera piedra a quien se encontrase libre de culpa. Porque, me sigue chinchando con el propósito de que yo me enfade, hoy no tildarás de patán, ni de fulano al autor del ejemplo escogido, ni dirás aquello de que le han dado en una tómbola el mérito de que disfruta. Me veo a José Antonio Garrido diciendo para sí que ya no es él solo quien piensa de esa manera.
Menos mal que yo aguanto, le soporto la broma a Zalabardo, y le digo que, aunque son buenas sus propuestas de introducción, ya había pensado yo que mejor quedaría empezar hablando de Bartleby, el protagonista de aquella novelita de Melville. Bien es verdad que la comparación no parece cuadrar con el autor de la frase que voy a comentar hoy si no es tan solo en la pulcritud con que ejercía su tarea aquel buen escribiente del cuento. Porque el origen del comentario de hoy es la columna que en la última de El País firma Juan José Millás. Por eso las alusiones de Zalabardo al borrón del buen escribiente o a quién correspondería tirar la primera piedra, o la mía al correcto Bartleby. Y es que, aunque no soy un admirador rendido de Juanjo Millás, no puedo decir menos que lo respeto y reconozco la pulcritud de su estilo.
Por eso mismo me ha llamado más la atención leer: En cuanto a su punto de fusión, señalar que es más bajo de lo esperado... con ese infinitivo que chirría como un eje sin engrasar. Y es que de un tiempo a esta parte se ha extendido, sobre todo en el lenguaje del periodismo, el uso incorrecto de un infinitivo en lugar de una forma personal. Muchas veces, este infinitivo se acompaña de un giro conclusivo (por último, decir que...). El infinitivo, junto al participio y el gerundio, constituye el grupo de las llamadas formas no personales del verbo, que no pueden emplearse como verbos principales de una oración, sino siempre formando parte de proposiciones subordinadas. Por eso, las expresiones del tipo: Así, pues, señalar (o decir, o concluir, o recordar, o puntualizar, etc.) se deben cambiar por otras que digan: Así, pues, señalaremos (o conviene decir, o habrá que concluir, o es conveniente recordar, etc.), que son más ajustadas a la norma.
¿Se puede obtener una moraleja del caso de hoy? Pues sí, que todos estamos expuestos a confundirnos y que no hay que escandalizarse por ello, sino procurar estar siempre en guardia, sobre todo aquellas personas que, como Juan José Millás, son admiradas y seguidas por muchos más al tiempo que imitadas por su buen estilo. Y para otro día quedará lo que esta mañana, durante el desayuno, proponían Javier y José Francisco: cómo los más pequeños cambios en el lenguaje se van incorporando hasta formar parte de la norma académica.
1 comentario:
Tiempo llevo con ganas de realizar algún comentario. Más bien, tiempo llevo con ganas de que algún compañero o compañera (sonrisa) conteste a Anastasio, pues soy un seguidor de sus textos desde el día en que me dijo que tenía un blog en Internet en el que diariamente anotaba sus comentarios lingüísticos y de opinión. Así que lo primero que hago tras dejar a mis chiquitines dormiditos, y cenar algo, es ver qué me deparan Zalabardo y su agenda.
Y tengo que decir que aprendo cosas que desconocía (lo que siempre me congratula); como es el tema que nos ocupa hoy: no me podía imaginar que esta forma de uso del infinitivo, tan común en la actualidad, fuese incorrecta. Supongo que se trata de un caso de economía del lenguaje (a la que tan dados somos, por otro lado, los andaluces). ¿Puede ser que con el tiempo esta forma de uso del infinitivo sea aceptada como correcta?
Enhorabuena, Anastasio, por esta iniciativa.
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