Hablamos Zalabardo y yo de que existen frases a las que se les saca mucho jugo aunque no se sepa de dónde provienen y qué sentido tenían en su origen. Esta de Lampedusa, incluida en su novela El gatopardo, es un claro ejemplo. Pero viene ni que al pelo en esta ocasión. Me he acordado de ella cuando he leído que el PSC, ERC e IVC-EUiA han repetido el acuerdo para formar Gobierno en Cataluña. Algunos dicen que es el gobierno de los perdedores. Otros dicen que, como ninguno tiene la mayoría suficiente para gobernar, vuelvan todos a sus casas y dejen en paz a los catalanes hasta dentro de cuatro años; que prueben entonces de nuevo a ver si han hecho mejor los deberes y tienen más suerte.
Pero digo que me acuerdo de la frase de Lampedusa porque han llamado a su alianza Entesa Nacional de Progrès (Entendimiento), ya que aquello de tripartito les trae muy malos recuerdos de una gestión fracasada. Es el viejo truco de cambiar los nombres para no tener que cambiar los contenidos. Pasa lo mismo en nuestro mundo de la enseñanza. Zalabardo me hace un planteamiento, después de la reunión del Equipo Técnico de Coordinación Pedagógica, que me obliga a pensar. Me dice que personas que en otro tiempo se comportaban como partidarios acérrimos de los sistemas asamblearios, representativos, autogestionarios y demás, un buen día descubrieron lo bien que se está en el poder. Y cuando lo han obtenido buscan la división del personal (que si Equipo Técnico por aquí, que si Consejo Escolar por allá, al Claustro se le dan cuantas explicaciones sean precisas, pero ni pincha ni corta) para, mediante un sistema aparentemente representativo, alcanzar lo que en realidad se busca.
Pero me voy por los cerros de Úbeda. Hablaba de llamar a las cosas de otro nombre aunque designen lo mismo. Es decir, hablar de flexibilidad de plantillas cuando se quiere hablar de supresión de puestos de trabajo o decir desventaja capilar cuando lo que queremos decir es calvicie. Bien, en nuestro campo, la enseñanza, pasa algo parecido: ¿observamos en verdad cambios positivos y progresistas en las reiteradas y ya cansinas reformas del sistema? Porque a mí me pasa que, fuera de la palabrería, encuentro pocas cosas realmente interesantes. Mucho diseño curricular, mucho niveles de concreción para al final no decir nada. O sí, que el recreo es un segmento de ocio o que la recuperación de asignaturas es una preparación adicional o que un alumno es una unidad de módulo educacional. Pues nada, adelante con los faroles.
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