miércoles, noviembre 01, 2006

PELAR LA PAVA

Hablaba ayer de que hay muchas expresiones latinas que se utilizan bastante mal por el simple hecho de desconocer su sentido o, simplemente, su origen. Pero Zalabardo me recuerda que no hace falta que las expresiones sean latinas para que se desconozcan. Que pasa lo mismo con muchas españolas. Y es precisamente él quien me trae a la memoria una concreta situación acaecida hace unos días.
Estábamos en casa, concretamente en la cocina, mi esposa y yo cuando llegaron mi hija con su novio. Mi hija preguntó: "¿Qué hacéis?" A lo que su madre, burlona, respondió: "Pelando la pava". El pobre novio puso cara de circunstancias y, posiblemente al no ver pava ni pavo por ningún lado, preguntó: "¿Y qué es eso?" Posiblemente les pase lo mismo a muchos jóvenes de hoy.
Si acudimos al diccionario, se nos dice que pelar la pava es conversar los enamorados; el hombre desde la calle y la mujer asomada a una reja o balcón. O sea, Julieta en el balcón de su aposento y el pobre Romeo abajo, en el jardín, a punto de sufrir de tortícolis de tanto mirar hacia arriba. No creo que ya haya enamorados que pelen la pava de la manera que dice el diccionario. Los tiempos son otros y las costumbres también.
¿Pero cuál es el origen de la expresión? Hay más de una versión, pero yo contaré aquí una que leí hace años en un libro del folklorista sevillano Luis Montoto y que, según he podido saber, apareció también en un artículo de la revista madrileña El Averiguador Universal, que se publicó entre 1868 y 1879 y estuvo dirigida por José María Sbarbi, al parecer clérigo curioso de estas cuestiones. La historia, más o menos resumida es la que sigue:
Una señora ordenó, ya al caer una tarde, a su criada que pelase una pava que había que cocinar para la festividad del día siguiente. Como el novio de la joven esperaba en la calle, ella se fue a una ventana desde donde, al tiempo que hacía la faena, aprovechaba para hablar con su enamorado. La señora veía que tardaba en regresar a la cocina y gritaba: "Muchacha, ¿por qué tardas tanto?" A lo que ella, también a gritos, respondía: "¡Ya voy, señora, estoy pelando la pava!" Por supuesto, aquello no se acababa nunca y la señora volvía a llamar y la joven a insistir en que aún estaba pelando la pava.
No sé si la historia será verdadera o falsa; pero ¿a que es bonita?

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