martes, octubre 31, 2006

CARAVASAR

Creo que fue este verano. Una asociación cuyo nombre no recuerdo convocó un concurso para encontrar la palabra más bella del español. Había que enviar la palabra y razonar por qué se la consideraba la más bella. Da igual cuál ganara y da igual cuál enviara yo.
Caravasar es el nombre de un grupo musical sevillano que hace una música que fusiona estilos del Mediterráneo oriental con otros procedentes del Magreb y con corrientes occidentales. Sobre ellos leía un breve reportaje el otro día. Se iniciaba así: "Caravasar es una palabra llena de fuerza y belleza procedente del persa. Literalmente significa palacio de las caravanas". Es verdad que es una bella palabra, pero no quiero hablar de eso, sino de otro asunto.
Casi todo el reportaje se dedica a recoger palabras de los integrantes del grupo que nos hablan sobre lo que hacen y lo que pretenden. Leyendo, sabemos que el laúd árabe se llama ud y el laúd turco, saz, así como que los bendires son unos panderos árabes y el ney, una flauta oriental.
Cuando hablan de sí mismos es precisamente cuando encuentro lo que me rechinó. Con tanta precisión en terminología musical, mira por dónde vienen a resbalar. Dice un miembro del grupo que el alma mater de Caravasar fue Joaquín Rodero. ¿Quiere decir que fue su creador, su impulsor, su miembro más eminente? Pues que se diga así, pero alma mater es otra cosa muy distinta. La expresión latina, que se debe utilizar (exclusivamente) para referirse a la Universidad, significa literalmente madre nutricia, queriendo indicar el papel que aquella desempeña como madre que alimenta nuestras ansias de conocimiento.
En esa expresión, alma es un adjetivo procedente de almus, a, um, que dio en español el adjetivo almo, a y que significa nutricio, vivificador y, también, benéfico. Con ese valor lo utilizó ya Fray Luis de León. No tiene absolutamente nada que ver con el sustantivo alma, que, entre sus múltiples significados, recoge el de 'persona que impulsa e inspira una cosa'. Este sustantivo procede del latín anima. ¿Por qué este término acaba en alma?; nos lo explica muy bien Menéndez Pidal al hablar de los grupos consonánticos romances nacidos de la pérdida de una vocal (n'm, m'r, m'l, etc.) y cómo era frecuente que en estos casos la n y la l se trocasen a menudo (y así se explica Onuba > Onba > Huelva; ilicina > ilcina > encina; o anima > anma > alma). Perdón por decirlo de esta forma, pero no creo que sea procedente entrar en complejidades de fonética histórica.
En resumen, que son dos palabras que han llegado al mismo resultado por diferentes caminos (caprichos del destino). No es raro en nuestra lengua: haya, el árbol de la familia de las fagáceas procede del latín fagea, mientras que haya, subjuntivo del verbo haber, procede de habeam. Son, pues, como digo, dos palabras diferentes que coinciden en la forma. Nada más.
Algún día se podría hablar de otras expresiones latinas que también tendemos a utilizarlas mal, pero veo que Zalabardo me mete prisa porque quiere que veamos el partido del Barça contra el Chelsea. Confiemos en que hoy no toque sufrir.

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