viernes, octubre 13, 2006

DENTRO DE UN ORDEN

Una de las cosas de las que no se habla mucho cuando tratamos cuestiones referidas al lenguaje, a lo mejor porque nos parece una obviedad, es del orden de la frase. Todo el que haya estudiado latín recordará que entre las primeras preocupaciones que teníamos al iniciar las tareas de traducción de un texto estaba la de ordenar la frase. Buscábamos el nominativo sujeto y lo colocábamos al principio; luego el verbo y detrás, según el proceso aprendido, el acusativo complemento directo, el dativo que funcionaba como complemento indirecto y todo lo demás. Todo ello era debido a la gran libertad del latín para disponer la colocación de los diferentes elementos, lo que se conoce con el nombre de hipérbaton.
En la poesía de Góngora, una de las cimas de nuestra literatura del barroco, nos encontramos con un problema parecido. El genial cordobés, que trató en sus obras de imitar la sintaxis latina, nos obliga a desentrañar un enrevesado hipérbaton si es que queremos acceder al sentido de sus versos: "Pasos de un peregrino son errante cuantos me dictó versos dulce Musa en soledad confusa", escribe al comienzo de sus Soledades, lo que debemos entender del siguiente modo: "Cuantos versos me dictó [una] dulce Musa en confusa soledad son pasos, unos perdidos [y] otros inspirados, de un errante peregrino".
Viene a cuento esta erudita introducción, por la que pido disculpas, porque nuestra lengua ha heredado parte de esa libertad de construcción que el latín tenía. Claro está, se trata de una libertad dentro de un orden, como digo en el título, porque no es tan fácil ir esparciendo por ahí sujetos y predicados, verbos y complementos, y pretender que todo siga teniendo sentido. Siempre se cuenta la anécdota de aquel anuncio aparecido en el escaparate de una tienda de confecciones: Se venden pantalones para caballeros de tergal. ¿Quiénes eran de tergal, los caballeros o los pantalones?
Frases de ese tipo resultan siempre jocosas porque el oyente establece unas relaciones significativas que no son las que pretende el hablante. Es como en aquel anuncio aparecido en un pueblo y que, en letras muy bien rotuladas, señalaba: Prohibida la circulación a todos los animales menos al burro del alcalde. No sabemos cómo se lo tomaría el alcalde, pero el pueblo todo tuvo cachondeo para rato.
Bien, hablo de todo esto porque ayer, en la edición electrónica de El País, se titulaba una noticia de esta manera: Muere estrangulada una mujer en Jaén por su compañero. Desgraciadamente, en este caso, el orden no mueve a risa, y menos su contenido; pero se hace preciso decir que la frase hubiese sido más correcta redactada de otra forma. Si por su compañero es el agente de estrangulada, en Jaén es el complemento de lugar de muere y mujer es el sujeto de este mismo verbo, se hubiese preferido esta otra ordenación: Muere una mujer en Jaén estrangulada por su compañero. No necesariamente así, pues hay otras opciones también válidas, pero dejando suficientemente claro lo que es cada cosa.
A cuestiones de este tipo me refería ayer cuando hablaba de la responsabilidad que tenemos algunos profesionales.

No hay comentarios: