viernes, octubre 20, 2006

ESA FOTO TIENE TRUCO

El otro día vi en la prensa una información que hablaba de que en el proceso de digitalización de los fondos gráficos de la Agencia EFE han aparecido los negativos que sirvieron de base para trucar unas fotos del encuentro de Franco con Hitler. No es que se desconociera el hecho en sí de la manipulación; lo que han aparecido, como digo, son los negativos que sirvieron para hacer, de dos o más fotos, una que fue a la que se dio oficialidad.
Casi todos los medios dieron cuenta del suceso; algunos, incluso lo presentaron como si fuera una novedad ahora conocida, cuando desde siempre ha sido algo común la manipulación fotográfica. No es necesario tener un laboratorio de última tecnología ni utilizar Photoshop como algunos ilusos pudieran creer. Cualquier mediano aficionado a la fotografía es capaz de conseguir los efectos deseados a poco que se lo proponga.
En el cine, que no es más que una sucesión de imágenes fijas a un ritmo que crea la ilusión de movimiento, el trucaje se ha utilizado desde su origen. Podemos recordar, por ejemplo, la película Hotel eléctrico, la primera de las españolas, si no estoy equivocado, en emplear los efectos especiales. Estábamos, cuando se hizo, todavía en la prehistoria de la cinematografía.
La manipulación no es exclusiva del cine. De toda la vida, los fotógrafos "han retocado" las fotos para un mejor resultado. Hay muchos ejemplos de fotos trucadas en la prensa; fotógrafos sin escrúpulos han falseado el motivo captado por sus objetivos para ofrecer un producto de mayor impacto. Pero quizá donde esta técnica de falseamiento de la realidad haya tenido más adeptos sea en la política. Ahora se habla de las de Franco, pero hay casos que tienen que ver con Mao, con Fidel Castro... Por lo común, han sido los dictadores quienes más han abusado. No sé si el mayor número de trucajes tuvo lugar en la época estalinista. Yo siempre recuerdo una de 1920 en la que se ve a Lenin dirigiéndose a las masas. En una copia, está también presente Troztky. En otra, sin embargo, este último ha desaparecido como por arte de magia.
¿Se da en la lengua algo parecido? ¿Podemos hablar de la existencia de, por ejemplo, dos palabras de las que haya surgido una tercera diferente a las originales? La respuesta es sí, aunque es preciso dejar claro desde un principio que no se trata de un proceso premeditado y consciente, sino producto del desconocimiento. Primer caso: tenemos un verbo infligir, que significa 'causar un daño físico o imponer un castigo' y otro, infringir, que quiere decir 'quebrantar un precepto, ley o norma'. Sin embargo, oímos que se dice, mal, inflingir o infrigir o se confunde el significaddo de una con el de la otra. Segundo caso: hay un verbo proveer que es 'abastecer de algo' y otro, prever, que es 'ver con anticipación'. Pues bien, nos duelen los oídos de oír continuamente preveyó o preveyendo donde deberíamos decir previó y previendo. Tercer y último ejemplo: verbos desechar, 'excluir o tirar algo' y deshacer, 'descomponer algo'; resultado: se crean las inexistentes formas deshecho, 'basura' (por desecho) y deshechado, 'abandonado' (por desechado).
Estas podrían ser algunas de las fotos trucadas (bien que involuntariamente) del lenguaje. Procuremos volver a la imagen original.

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