lunes, octubre 02, 2006

ACOSO ROSA

En algún comentario anterior tachaba de buitres a quienes practicaban el acoso sin fin de aquellos personajes y personajillos para mostrarnos las más deleznables de sus miserias. Hay muchas televisiones y muchas revistas que no viven de otra cosa y hay muchos de estos seres que no dudan en mostrar sus interioridades, fingidas o verdaderas, con tal de llevarse al bolsillo algunos euros con los que ir tirando hasta la próxima vez.
Miestras escribo esto, Zalabardo me tira de la manga y me pregunta si otra vez voy a hablar de la telebasura y del periodismo rosa. Lo tranquilizo y le digo que no es esa mi intención, pero que aquello de lo que hoy quiero hablar está relacionado con ese mundo. Tal es así, que me gustaría traer hoy colación los términos con que se designa a quienes practican tal actividad.
La verdad es que no tenemos los españoles mucha suerte a la hora de plantarnos ante los extranjerismos que alzan sus reales en la línea fronteriza de nuestro idioma. Franceses e italianos procuran acomodar a su lengua los términos que van a apareciendo en otras. La lengua inglesa no es que se adapte, sino que invade inmisericordemente a todas las demás. Nosotros, en cambio, nos achantamos y cogemos todo lo que se nos venga encima; o al menos eso me parece a mí.
Vayamos al caso. Siempre ha existido el reportero y el fotógrafo autónomos, libres, independientes, que trabajaban por su cuenta y vendían al mejor postor sus trabajos. Los americanos inmediatamente los calificaron y le dieron a este tipo de periodista el nombre de freelance, es decir, francotirador, denominación que les venía muy bien. Se empezó entonces a hablar entre nosotros de la función en el periodismo del freelance, no del francotirador, que ya teníamos el nombre. Pero en inglés suena mejor, o al menos eso creían algunos.
En 1960, se estrena una maravillosa película de Federico Fellini, su posiblemente obra maestra, La dolce vita. Uno de los personajes del film es Paparazzo, fotógrafo independiente que vive de perseguir a la gente guapa para conseguir fotografías cuanto más comprometedoras mejor. En Italia, este nombre propio se convirtió en genérico para designar a estos fotógrafos libres, en plural, paparazzi. Y con esta palabra es con la que nos hemos quedado, para cualquier número, cuando lo correcto, ya que acogemos el nombre, es que utilicemos tanto el singular, paparazzo (mejor paparazo), como el plural, paparazi (con una sola z). Así lo hace, por ejemplo, el Diccionario del español actual, de Seco. En cambio, el Diccionario panhispánico de dudas, de la Academia, da por bueno paparazi para el singular, y lo explica diciendo que es un caso análogo al de espagueti. Me parece que no es criterio acertado y que lo que la docta casa hace es dar carta de naturaleza a un uso incorrecto del término por parte de los mismos que dicen serlo.

No hay comentarios: