En anterior ocasión he explicado que el género gramatical no es más que la opción de admitir el artículo el (género masculino: el árbol) o el artículo la (género femenino: la casa). Pero quizás no todo el mundo sepa que hay sustantivos que son de género ambiguo, es decir, que se construyen tanto con artículo masculino como femenino, sin que el hecho de llevar uno u otro comporte cambio de significado.
El DRAE califica como ambiguos algo más de cien sustantivos, aunque bastantes de ellos son dudosos y muchos sean palabras de muy escasa utilización. Con unas cosas y con otras, nos quedamos con una mínima representación de estas palabras (azúcar, bajante, canal, casete, fin, lente, mar, reúma y pocas más). Todas se pueden construir indistintamente con el o con la. Incluso hay tres, que yo sepa, que el diccionario no califica como tales y sí lo son: puente, calor y color.
Pero lo que ya no es ambiguo es el estado de nuestros mares. Están siendo esquilmados sin que nadie haga nada por evitarlo. Y no es nada nuevo, aunque parece que no queremos enterarnos. Acabo de leer un reportaje sobre el tema en el suplemento Domingo, de El País, y los datos que da son escalofriantes. El bacalao de Terranova se agotó hace veinte años y la anchoa del golfo de Vizcaya está en peligro de extinción. Pero uno de los casos más graves es el del atún rojo, del que se pescan 50.000 toneladas, muy por encima de las 36.000 permitidas y el triple de lo aconsejable para la conservación de la especie (14.000 toneladas). Por no citar el 25 % de especies ya agotadas y el 52 % de las que están en peligro.
Cada día más somos una población urbana, que no tenemos otro contacto con la agricultura y la pesca que el que se produce cuando ocasionalmente vamos al mercado o el que tenemos a través de los documentales de la televisión. Y allí, en el mercado, queremos ver los más esplendorosos ejemplares de animales marinos o de productos vegetales sin reparar en si es época de consumirlos o no porque sea periodo de cría y regeneración de los bancos marinos o si es tiempo de que esos vegetales crezcan. Y como los pedimos a toda costa, nunca faltará quien pesque en tiempo de veda y quien siembre en invernadero, esquilmando los caladeros o cultivando a destajo bajo plásticos y agotando los acuíferos. Algún día lo tendremos que lamentar.
Mientras, aquí en Málaga, todavía hay ilusos, ignorantes e irresponsables que siguen pidiendo chanquetes.
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