lunes, octubre 23, 2006

EL PRIMER DICCIONARIO

Para casi todas las notas que he incluido en esta agenda me he apoyado en diferentes diccionarios a la hora de establecer el significado de uso de las palabras comentadas. Me sugiere ahora Zalabardo que haga un pequeño homenaje a los diccionarios diciendo alguna cosa del primero que en nuestra lengua se compuso. Y no me parece mal la idea.
Teniendo en cuenta lo que hoy entendemos por diccionario, el primero de los nuestros lo escribió Sebastián de Covarrubias y Horozco (1539-1613), estudiante en la Universidad de Salamanca, sacerdote y capellán de Su Majestad y canónigo de la catedral de Cuenca desde 1579. Tituló su obra, publicada en 1611, Tesoro de la lengua castellana o española y en él se inspiraría la Academia Española para componer el suyo en el siglo XVIII.
Obra primeriza en su género, no puede considerarse, sin embargo, obra menor, puesto que es un auténtico monumento de la lexicografía. Conocer la lengua de nuestro Siglo de Oro exige necesariamente consultar esta magna obra. El Tesoro se ajusta, en principio, a lo que llamamos un diccionario de uso, pero no desdeña meterse en cuestiones etimológicas ni dar notas aclaratorias sobre un término o componer un auténtico artículo enciclopédico. La llaneza y frescura con que está escrito nos sorprende y el hecho de que a su carga erudita le añada sin pudor notas surgidas de las habladurías o de la fantasía y superstición nos lleva en bastantes ocasiones a sonreír. Veamos algunos ejemplos de artículos de este diccionario:
1. Mera definición de un término. Suegro. Padre de la mujer.
2. Comentario extenso del significado. Ceño. Un modo de mirar severo y desabrido, abajando las cejas. Este ceño hacen los mal contentos y los envidiosos, y aquellos que no les da gusto aquello que miran. Ceñudo, el que trae este ceño.
3. Exposición de etimologías sui generis. Cero. En la cuenta arábiga es una O, que no tiene ningún valor, pero dale a la figura que se le sigue, acrecentando la decena, centena, millar, etc. Lilio Giraldo [...] dice traer origen de un verbo latino antiguo, cereo, que vale tanto como criar; porque cría y engendra valor al número al cual se ayunta y pospone. Otros dicen ser arábigo.
4. Definiciones en las que se incluyen notas de actitudes personales. Sospirar. Sacar el espíritu de lo profundo del pecho, con significación de dolor y ansia que padecemos. Algunas veces es indicio de desear alguna cosa con grande ahínco. Los suspiros es pasión muy común a los enamorados; y así dan al suspiro diferentes significaciones y epítetos; yo no quiero embarazarme en esta materia.
5. Artículos más preñados de fantasía que de ciencia. Tigre. Animal bastantemente conocido, pues le hemos visto en el Buen Retiro de esta Corte [...] Es jeroglífico de la voracidad porque come la caza o robo palpitante a enteros trozos y pedazos [...] Dicen que hay algunos tan grandes como caballos y suelen rendir a un elefante [...] Temen el son del parche y de las campanas, tanto, que si oyen en aprieto de no poder huir el cuerpo a los ecos, se vuelven furiosos y se hacen pedazos con sus mismas garras [...] Es también enemigo mortal de la consonancia y de la música [...] Los cazan de esta manera: Previénese el cazador de caballo ligero y de un globo cristalino y habiendo ojeado la tigre cuando sale a la presa, entra entonces en la gruta y con toda ligereza le roba los hijos y monta a caballo. Volviendo la fiera y hallando menos a sus hijos, vuelve a salir desalada, sigue al cazador y éste, viéndola, deja caer el cristalino globo, prosiguiendo en su carrera mientras la tigre cariñosa le da vueltas y acaricia su propia imagen que representa en pequeña forma el espejo, y el tiempo que pierde engañosamente divertida, gana en la huida el cazador.
Una delicia, ¿verdad? Me he extendiddo un poco, pero espero que valga la pena.

No hay comentarios: