Hay personas que están siempre muy seguras de sí mismas, que parecen no dudar nunca de nada; algunas, incluso manifiestan una suficiencia que les hace parecer que estuvieran de vuelta de todo. En principio, yo suelo desconfiar de esas personas; Juan de Mairena, que al tiempo que un apócrifo era una alter ego de Antonio Machado, decía: "Los hombres que están siempre de vuelta de todas las cosas son los que no han ido nunca a ninguna parte".
Yo soy muy dubitativo, necesito pensar mucho las cosas, me cuesta decidirme. Antonio Machado, que también era callado y dubitativo, escribió: "Converso con el hombre que siempre va conmigo". Yo, ya lo sabéis, recurro igualmente a un personaje apócrifo que me acompaña y con el que converso, Zalabardo. Esta mañana hablábamos de lo que ahora digo, de las dudas. Yo le insistía en que creo que es bueno dudar, porque quien duda se está planteando las opciones de cualquier situación. Peor que la duda es la indiferencia ante un problema, o la ligereza a la hora de actuar. Y, a veces, la prontitud no es sino consecuencia de esa indiferencia o ligereza.
Zalabardo me dice, y esto me ayuda, que suele dudar quien da más valor al intento, al esfuerzo en la actuación que al resultado mismo de esa actuación. Machado, parece que esto es un monográfico sobre él, dijo: "No me jacto de éxitos, sino de propósitos". Yo les suelo decir algo parecido a mis alumnos: lo importante es esforzarse, intentar las cosas; el resultado vendrá por añadidura y, si no viniera, tampoco importa demasiado. No sé si logro transmitirles lo que pretendo.
En cuestiones de la lengua soy igual. Lo que vale es el propósito de hacer bien las cosas, el interés por hablar bien; si me equivoco, ya rectificaré. Y el comentario de hoy va sobre esas dudas. El diario SUR de ayer, recogía una información referida a un congreso sobre la lengua española que se celebra en Yuso, la cuna de nuestro idioma. En la información se habla de el primer Acta Internacional de la Lengua Española. Curiosamente, esta mañana, en televisión, hablaban de lo mismo, aunque decían la primer Acta Internacional de la Lengua Española. En los dos casos hay muestras de dudas, de que los redactores no tienen muy clara la norma. Intento explicar el caso, porque son dos las cuestiones implicadas. Los sustantivos femeninos que empiezan por a tónica (águila, hacha, acta, etc.) se construirán, en singular, con los determinantes el, algún o ningún (el agua, ningún hacha; pero esta agua, aquella hacha, las aguas, etc.). Sin embargo, si entre el determinante y el sustantivo se coloca un adjetivo, automáticamente se repondrá el determinante femenino (la mejor agua). Así, SUR, utiliza el porque ha pensado en la norma inicial sin tener en cuenta que esta queda anulada por la presencia del adjetivo, hecho que sí se ha tenido presente en el texto de televisión.
Claro que, con el problema del sustantivo que empieza por a tónica y el artículo, los dos han olvidado que el numeral primero puede apocoparse ante sustantivos masculinos (el primer hombre), pero no ante sustantivos femeninos (no se dice la primer mujer, sino la primera mujer), aunque fuese práctica frecuente en la lengua antigua. Pudiera pensarse que en ellos ha pesado también la duda de si la palabra acta (por esa peculiaridad del artículo) es masculina o femenina.
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