Me pregunta Zalabardo si recuerdo La Codorniz. ¿Y quién no?, pensaba responderle, pero caigo en que los más jóvenes no la recordarán o solamente tendrán referencias vagas, puesto que su ciclo vital se cerró en 1978, si no ando equivocado. ¡Casi treinta años ya! La Codorniz fue una revista de humor iconoclasta y sarcástico (la revista más audaz para el lector más inteligente era su lema) que, nacida en 1941, acogió bajo sus alas a lo más florido de nuestro humorismo durante el franquismo: Mihura, Tono, Gila, Cándido, Chumi Chúmez, Álvaro de Laiglesia y tantos más. Fue una revista que en los tiempos duros de la censura era capaz de publicar "partes meteorológicos" como aquel de Corre por España un fresco general, procedente de Galicia; se teme que durará muchos años. Y que tenía la chulería de, después de sufrir uno de sus frecuentes secuestros, lanzar a los cuatro vientos que Sillín es a sillón como cojín es a X; y a mí me importan 3X que me cierren la edición.
Pues bien, en La Codorniz había una sección titulada La cárcel de papel, de la que se encargaba Evaristo Acevedo, en la que se recogían, para oprobio y vergüenza de sus autores, deslices, equivocaciones y errores de prensa que suponían un maltrato para la lengua, ya fuese por cuestiones estilísticas o meramente ortográficas. Yo pido aquí, con toda la seriedad y fuerza de que soy capaz, que vuelvan La Codorniz y su cárcel para castigar a tantos chupatintas como andan sueltos por esos mundos de las rotativas.
Publicaba ayer SUR un reportaje sobre el conflicto que se tienen los vecinos de Arenas (con su señora alcaldesa a la cabeza), Daimalos y Corumbela (¿conocéis la ruta del mudéjar malagueño?), contra su párroco. De todo ello da cumplida, que no florida, cuenta quien dice llamarse Agustín Peláez. ¿Dónde aprendió este fulano a escribir? Porque el andova es autor de un párrafo como el que sigue: ...no permitió que los padres y madres participaran en la lectura y a una pequeña que se le calló la comunión tuvo que cogerla del suelo llorando porque no le quiso dar otra. Vamos solo con lo más gordo: la pequeña es sujeto de la perífrasis tuvo que coger, por lo que, como pasa con todos los sujetos, no puede llevar preposición; en cambio, que es un relativo que funciona como complemento indirecto de "calló", y debe llevar preposición a. Este último verbo es el pasado simple de caer y no de callar; así que, como se puede ver en cualquier manual de ortografía, se deberá escribir con y y no con ll. Si reparamos en el léxico, comunión es un sustantivo abstracto que designa, en la liturgia cristiana católica, tanto al sacramento mediante el cual se trasmuta el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo como al acto de recibir la eucaristía, es decir, dicho sacramento. Lo que a la pobre niña, para su desconsuelo, se le cayó fue la hostia, hoja u oblea (valen los tres términos) con la que se comulga.
O sea, que el texto se debió escribir así: ... no permitió que los padres y madres participaran en la lectura, y una pequeña, a la que se le cayó la hostia, tuvo que recogerla del suelo porque no le quiso dar otra. Aunque mejor hubiese quedado si la segunda parte se hubiera redactado de esta otra manera: ... y una pequeña tuvo que recoger, llorando, la hostia que se le había caído al suelo, porque no le quiso dar otra.
Como suele decirse en circunstancias semejantes, ¿en qué tómbola le dieron el título a este buen hombre? No ya la cárcel de papel; galeras de papel, si existieran, se merece por el estropicio cometido.
1 comentario:
Se habrá quedado descansando al poner verde y amarillo a Agustín Peláez, lo tilda de fulano y hasta se jacta al preguntar en qué tombola le dieron el título. Con corregir su texto hubiera sido suficiente; no se ensañe con nadie, sea humilde.
Publicar un comentario