No sé ni por dónde empezar, pero no hay duda de que las últimas informaciones al respecto provocan auténtico miedo. Estoy seguro de que José Luis Rodríguez o Arantxa Plazaola hablarían de esto mejor que yo, pues podrían aportar argumentos y esgrimir razones que yo desconozco. Me estoy refiriendo a los problemas que amenazan nuestro medio ambiente y a los peligros del cambio climático.
Por todas partes nos vamos encontrando muestras que no pueden ser más desesperanzadoras respecto a lo que nos espera. Y no es preciso que lo diga Al Gore con ese documental que ha rodado (Una vedad inconveniente) o con sus apocalípticas palabras: No tenemos más de diez años para hacer cambios significativos.
La verdad es que no es necesario que nos lo digan porque los hechos no paran de corroborar lo que se nos viene encima. Ayer, una fotografía a cinco columnas (todo el ancho de la página) nos mostraba en El País una imagen desoladora del río Pas convertido en un ridículo (si no fuera trágico) hilillo de agua. Recordé de inmediato algo que había leído hace más de un año y lo busqué: ¿Has visto recientemente los salmones del río Pas en Puenteviesgo? ¿Recuerdas que íbamos a verlos todos los años, camino de la playa, cuando érais niños? Hasta hace nada yo he seguido yendo por allí [...] ¡No te puedes imaginar qué tristeza! ¡Un río muerto! [...] He preguntado las razones y me han dicho que se llevan el agua del río porque hace falta en Santander. Son palabras que dirige Miguel Delibes a su hijo Miguel Delibes de Castro en ese interesante libro sobre los peligros medioambientales escrito a medias y titulado La tierra herida.
Ahora parece que Santander ya no tiene suficiente ni con esa agua. Vamos agotando todos los ríos. En muchas ocasiones, no porque los necesitemos para beber, sino para regar los campos de golf que proliferan sin cesar, pese a que no llueve y los embalses están vacíos. Como lo vamos agotando todo, con nuestra insana manía de agotar por vía de urgencia lo que habría de durar para siempre con un consumo responsable. "Manchas de fuel afloran en el lugar donde se hundió el Prestige", leo y, al pasar unas páginas, vuelvo a leer que "la flota española es la mayor depredadora europea de escualos", porque en los mercados de Asia la aleta de tiburón es una exquisitez.
Extinción de especies, contaminación de las aguas, emisión de gases. ¿Qué decirles a quienes creen que eso del calentamiento global es una simple mentira. En el libro citado de los Delibes se exponen algunas consecuencias hasta ahora visibles del fenómeno: subida del nivel del mar (entre diez y veinte centímetros de promedio desde 1900); fusión de los glaciares en las montañas (se calcula que las nieves del Kilimanjaro desapareceran en quince o veinte años); reducción del espesor de las masas de hielo en los polos; incremento de olas de calor, grandes sequías y catastróficas inundaciones; la decoloración y muerte de los corales y otras de parecida naturaleza; aumento de la desertización y escasez de agua dulce.
En España, estos problemas nos tocan muy de cerca y ya hay Comunidades que hablan de defender con unas y dientes sus recursos hídricos, al tiempo que otras han malgastado y, lo que es peor, siguen malgastando los suyos en proyectos no siempre nobles. Ahora se habla de solidaridad. El tiempo nos dirá quién pone el cascabel a este gato.
1 comentario:
El cambio climático no se nos avecina, ya lo tenemos aquí. En los últimos años hemos ido aportando gases de efecto invernadero y calorías al medio ambiente suficientes para iniciar el cambio, sin frenar la actividad humana que, muy al contrario, sigue creciendo. Sin embargo, nada de esto y de lo que recoge en su comentario anterior, una síntesis de lo que anticipan los Delibes, parece preocupar a los políticos de hoy, pues, ¿se ha enterado que, según la ministra de medio ambiente, el haber congelado el precio de la electricidad durante el anterior gobierno es la causa de que no podamos cumplir con el Protocolo de Kioto? De modo que esto es buscarle tres pies al gato, algo peor que ponerle cascabel. Enhorabuena por su aportación a la causa mediambiental.
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